miércoles, 10 de febrero de 2010

Descanse en paz




Hoy, me cuentan, murió Andrés, uno de mis alumnos más entrañables. Lo asaltaron, él no opuso resistencia y, sin embargo, le metieron un balazo. Espero la llegada de mi hija Anna en menos de quince días, me entero gracias a una de las profesoras de la universidad donde doy clase hace unos años pues este semestre, ante su llegada inminente, suspendí las clases hasta agosto.

¿Qué se puede agregar? No mucho, que estoy más enojada que triste... que estoy más triste que enojada. Que me provoca una impotencia tremenda que la gente buena como Andrés se vaya de esta selva incomprensible, como bien dijera A.G.

Que quede ésto a manera de tributo: Andrés formó parte de un grupo de alumnos de Cine que me hizo volver a creer en la importancia de dar clases, en un semestre por demás difícil en otros terrenos de mi vida. Para mí, los martes se volvieron una especie de sábado, pues sabía que los iba a ver, entre ellos al gran Andrés curioso, lleno de preguntas, de recomendaciones, inquieto, sonriente siempre. Sus playeras fueron legendarias. De su colección aprovechó para hacer una propuesta artística a manera de trabajo de fin de semestre. Fue él quien me recomendó bajar el Stumble! a mi compu, gracias a él encontré cosas realmente sorprendentes. Hace un tiempo me mandó también la página del futuro teléfono celular Nokia que se comporta como un ser vivo, en atención a mis pesquisas alrededor de un proyecto de doctorado que estaba por entregar.

Con él y otros más igual de entrañables que él, visitamos el estudio de Ariel. A Ariel, mitad escéptico en un principio, se le iluminó la cara al ver tanto interés, hecho inusual en las actuales generaciones por demás apáticas. De ahí nos seguimos al Bar del Jazz New Orleans, Andrés y el resto le pidieron que los involucrara en alguno de sus proyectos que requiriera de filmaciones. Organizamos castillos en el aire: un viaje a Real de 14 en octubre pasado que ya nunca fue pues no me tomé la molestia de organizarlo, con casi 5 meses de embarazo a cuestas. No menos de un mes pasó luego del New Orleans y nos volvimos a reunir en la exposición de Ariel en su galería ubicada en la San Miguel de Chapultepec.

Espero algún día no muy lejano, hacer ese viaje con el resto de la comitiva. Si así sucede, nos acompañará el espíritu de Andrés a quien dedicaremos ese viaje con todo y que él ya remontó el suyo propio, de seguro a un lugar donde su felicidad plena sea bien entendida y mejor recibida que aquí.

Descanse en paz nuestro querido Andrés.